sábado, 26 de enero de 2008

LOS FILÓSOFOS Y LA MUERTE.La propia,claro.(I)


Hace unos días, Gregorio Luri, en su Café de Ocata, nos deleitaba con esta cita del libro "La estrella de la Redención", de Rosenzweig, libro del que yo no sé una palabra pero me basta con la de Gregorio Luri, el cual afirma que es un texto memorable:

“Por la muerte, por el miedo a la muerte empieza el conocimiento del Todo. De derribar la angustia de lo terrenal, de quitarle a la muerte su aguijón venenoso y su aliento de pestilencia al Hades, se jacta la filosofía.”

Pues bien, esta serie que ahora comienza nos mostrará qué tal se las componían algunos célebres filósofos con esa importante experiencia, especialmente en la variedad no tan infrecuente conocida como "ser asesinado", gracias a las privilegiadas informaciones suministradas por D. Thomas de Quincey, de quién no cabe poner en duda ni la más pequeña brizna de sus palabras:

En la entrega de hoy, el gran Thomas Hobbes:

Hobbes no fue asesinado, nunca he logrado comprender por qué ni en virtud de qué principio. Esta es una omisión capital de los profesionales del siglo diecisiete, pues a todas luces se trata de un espléndido sujeto para el asesinato, salvo que era flaco y huesudo.

Por lo demás, puedo probar que tenía dinero y (lo cual es muy cómico)
carecía de todo derecho a oponer la menor resistencia ya que, conforme a su propia tesis, el poder irresistible crea la más elevada especie de derecho, de modo que constituye rebelión, y de las más negras, el resistirse a ser asesinado cuando ante nosotros aparece una fuerza competente.

No obstante, si bien no fue asesinado, me complace asegurarles que, según su propia cuenta, estuvo tres veces a punto de serlo, lo cual nos consuela.

La primera fue durante la primavera de 1640, en que pretende
haber repartido un pequeño manuscrito en defensa del rey contra el Parlamento. Este manuscrito, dicho sea de paso, no se encontró jamás, pero Hobbes afirma que «si Su Majestad no hubiera disuelto el Parlamento» «lo habría puesto enpeligro de muerte». De nada valió disolver el Parlamento, pues en noviembre del mismo año se reunió el Parlamento Largo y Hobbes,temiendo por segunda vez ser asesinado, huyó a Francia.

En Francia, Hobbes logró defender bastante bien su garganta durante
diez años, pero al cabo publicó el Leviathán en homenaje a Cromwell. El viejo cobarde empezó a morirse de miedo por tercera vez; imaginaba que las espadas de los caballeros se volvían contra él y recordaba la suerte de los embajadores del Parlamento en La Haya y Madrid.

«Tum» dice de sí mismo en su vida, que está escrita en un latín para andar por casa:
«Tum venit in mentem mihi Dorislaus et Ascham; Tanquam proscripto terror ubique aderat.»

Y en consecuencia corrió de vuelta a Inglaterra.


Ahora bien, es innegable que el hombre merecía una paliza por haber escrito
el Leviathán y otras dos o tres por perpetrar un pentámetro que acaba tan villanamente en «terror ubique aderat», pero nadie pensó nunca que fuese digno de algo más que una paliza.

Toda la historia es una pura invención suya. En una carta mentirosísima que
escribió «a una persona ilustrada» (Wallis, el matemático) cuenta lo sucedido de manera completamente distinta y dice (pág. 8) que huyó a casa «porque no estaba seguro con el clero francés», insinuando que podía ser asesinado a causa de su religión, lo cual en verdad hubiera sido algo de mucha risa: ¡Tom en la hoguera a causa de su religión!

Lo cierto es que, fueran o no tales historias simples exageraciones, Hobbes temió hasta el fin de sus días que alguien lo asesinase.

"Thomas de Quincey.Del asesinato considerado como una de las bellas artes."


miércoles, 23 de enero de 2008

PROYECTO - 0 -


Se ha hecho un silencio blanco en todos los ojos.

Todas las paredes y todos los papeles estallan bajo el peso vacío de cien mil signos, que gritan todas nuestras traiciones, todos nuestros pactos.

Y entonces, justo antes de la náusea, el jefe indio, -so polite- , me invita a bailar un waltz en su tipi.

“Tatoo your I.D.” - me dice, mientras me recuerda cómo me dolía la primera vez, cuando la luz, como una navaja de piedra, grabó mi figura en mi frente de niño.

¿Siempre es así?, quiero decir, siempre beso tu nuca en lugar de tu vientre, tu sombra dura más que tu voz, mis gestos son en el aire lo que intentaban ser en la piel.

Es entonces cuando viene - roja, azul, amarilla -, la tentación del silencio, pecho cálido de mujer que promete más de lo necesario, y sostiene que él es la noche, y el punto final, mendaz como un pecho de mujer, y siempre ligero y distraído.

Y es así que me he prohibido andar, y busco al miedo en el miedo, asombrado de mi propia arrogancia, con toda la fe puesta en el gris, en la exactitud del frío.

Si pudiera recordar mi muerte.

Si pudiera recordar mi rostro.

Bésame, y escupe los dientes. Dame tus ropas y esconde tus sueños.

Escribe, escribe, escribe.

Y bebe en tu cáliz la sangre que no quisimos derramar, la frase que es más larga que los huesos, la invitación que seduce más que la mentira.

viernes, 18 de enero de 2008

OBRA DEL TIEMPO EN LA PIEL


Obra del tiempo en la piel, que se hace gesto lento y preciso.

Y ese amable descreer de la noche y el alba,
y ser por fin sólo tierra y mediodía.

Haber aprendido a habitar la casa propia, cada vez más pura y vacía.

Hacer un surco silencioso de cada movimiento,
una marca y temblor en la frente, sin que nada se mueva en el aire.

Dar sólo pasos del centro al centro.

Y tener en los ojos todo el espacio,
y llegar así a cada cosa con la suave perfección de la muerte,
que termina la obra y la sanciona.

Después , ligero en la tarde , pasear y dar nombre
al niño que aguarda bajo los caminos y cielos que siempre fueron nuestros.

Sólo silencio, sólo nombre. Sólo presencia, sólo piel.

lunes, 14 de enero de 2008

ENTIERRO DEL A-MOR


Cuando un amor se muere, hay dos muertes.

Dos muertes e infinitos muertos.

Entonces es mejor arrancarse la lengua y colgarla en la pared.

Llegar hasta el territorio de la estatua.

No llorar vanas lágrimas de sal sobre una piel que ya es todo olvido.

Mejor hacer un cesto y romperse los ojos y repartir los cristales

a los niños ciegos que gritan y gritan en la noche.

Mejor deslizarse como un asesino,

y por la espalda, en silencio y a traición,

matarse la imagen y darla al fuego.

Y entonces, desnudo como el frío,

aguardar inmóvil en el callejón de la serpiente,

hasta ver pasar al hombre que reparte nombres

grabados sobre muñones.

Esperar a que amanezca y apagar el último cigarrillo

sobre la mano abierta.

Sobre la mano entregada.

Sobre la mano abierta y entregada.

jueves, 10 de enero de 2008

DIEZ AÑOS


Sí, es nostalgia, nostalgia como una playa blanca y ardiente en el silencio, en donde tus pasos susurran y quedan.

Allí tuvimos diez años, perfectos diez años de ojos desbordados, de piel resonante.

En un sólo momento, ahora la puerta se cierra, la llave cae y se pierde, y nos unimos a la fila.

Pero el recuerdo insiste, terco, insomne, y sabemos que fuimos el espejo de la tierra,
todo venía a mirarse en nosotros y nos preguntaba su nombre.

Nosotros sonreíamos, o mirábamos, o nos marchábamos.

Y nunca, nunca , dejábamos huellas, reyes sin palabras, ansiosos y discretos,
con la vista puesta en la puerta, en la llave, en el fondo del jardín, traidores alegres y confiados.

La puerta se cerró, finalmente, y se quedaron los zapatos junto a la cama, solos,
esperando nuestro regreso.

Y la luna y la tarde densa, y los fantasmas y todos los nombres quedaron atrás, tras la puerta,
en el jardín cerrado.

miércoles, 9 de enero de 2008

UNAS PALABRAS PARA PETER PAN. ( Leopoldo María Panero. "Así se fundó Carnaby Street".1970)


"No puedo ya ir contigo, Peter. He olvidado volar, y...
Wendy se levantó: él lanzó un grito de dolor

James Matthew Barrie, Peter Pan.

Pero conoceremos otras primaveras, cruzarán el cielo otros nombres -Jane, Margaret-. El desvío en la ruta, la visita a la Isla-Que-No-Existe, está previsto en el itinerario. Cruzarán el cielo otros nombres hasta ser llamados, uno tras otro, por la voz de la señora Darling (el barco pirata naufraga, Campanilla cae al suelo sin un grito, los Niños Extraviados vuelven el rostro a sus esposas o toman sus carteras de piel bajo el brazo, Billy el Tatuado saluda cortésmente, el señor Darling invita a todos ellos a tomar el té a las cinco). Las pieles de animales, el polvo mágico que necesitaba de la complicidad de un pensamiento, es puesto tras de la pizarra, en una habitación para ellos destinada en el n° 14 de una calle de Londres, en una habitación cuya luz ahora nadie enciende. Usted lleva razón, señor Darling, Peter Pan no existe, pero sí Wendy, Jane, Margaret y los Niños Extraviados. No hay nada detrás del espejo, tranquilícese, señor Darling, todo estaba previsto, todos ellos acudirán puntualmente a las cinco, nadie faltará a la mesa. Campanilla necesita a Wendy, las Sirenas a Jane, los Piratas a Margaret. Peter Pan no existe. «Peter Pan, ¿no lo sabías? Mi nombre es Wendy Darling». El río dejó hace tiempo la verde llanura, pero sigue su curso. Conocer el Sur, las Islas, nos ayudará, nos servirá de algo al fin y al cabo, durante el resto de la semana. Wendy, Wendy Darling. Deje ya de retorcerse el bigote, señor Darling, Peter Pan no es más que un nombre, un nombre más para pronunciar a solas, con voz queda, en la habitación a oscuras. Deje ya de retorcerse el bigote, todo quedará en unas lágrimas, en un sollozo apagado por la noche: todo está en orden, tranquilícese, señor Darling.



jueves, 3 de enero de 2008

Carlo Gesualdo: El Ángel Monstruoso

Carlo Gesualdo, Príncipe de Venosa y Conde de Conza, monstruo y genio sin par, vivió en Italia, en la segunda mitad del Siglo XVI.

Aristócrata, pariente de Arzobispo y de San Carlos Borromeo fue, sin duda, la figura musical más interesante de aquella época.

Liberado de componer para otros salvo para sí mismo, su música es una rarísima joya. Sus misteriosas disonancias, sus oscuras lineas melódicas han tenido que esperar siglos para ser acogidos en oídos de otro tiempo, los nuestros.

Sorprendió en la cama a su mujer - María D´Avalos, hija del Duque de Pescara- con su amante y los asesinó a ambos de forma tan cruel y sanguinaria que dejó aterrados a sus contemporáneos. Es decir, dado el nivel de crueldad y sangre de la época, debió de ser toda una hazaña.

También, según parece, asesinó por estrangulamiento al hijo de dicho matrimonio.

Para escapar de las iras de las familias de ambas víctimas, se recluyó en Gesualdo, donde estaba el castillo familiar.

Posteriormente, se volvió a casar nada menos que con Eleonora D´Este, hija del Duque de Ferrara, pero esta vez fue Gesualdo el que la traicionó repetidas veces.

El hijo de ambos, al cual amaba tiernamente Don Carlo, murió temprano de una misteriosa enfermedad, lo cual acabó de enloquecer a nuestro héroe, el caul dió por sentado que se trataba de un castigo divino por sus crímenes.

Así, sus últimos años los pasó encerrado en su Castillo, entregado a terroríficas sesiones de flagelación y otros excesos supuestamente purificatorios, en las cuales le acompañaban jovencitos desnudos.

Tras una de estas sesiones, el 8 de septiembre de 1613, fue hallado muerto, desnudo y sangrante, no se sabe si por el exceso cometido o asesinado por uno de sus jovencitos.

Su figura recuerda la de Gilles de Rais, el monstruo francés compañero de Juana de Arco, salvando las enormes distancias en escala de maldad entre ambos.

Además Gesualdo, a diferencia de Gilles de Rais, nos dejó una música soberbia, fascinante y misteriosa como pocas.