domingo, 16 de marzo de 2008

ERAT HORA



" Thank you, whatever comes". And then she turned
And, as the ray of sun on hanging flowers
Fades when the wind hath lift them aside,
Went swiftly from me. Nay, whatever comes
One hour was sunlit and the most high gods
May not make boast of any better thing
Than to have watched that hour as it passed.

Ezra Pound. From Personae.


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sábado, 15 de marzo de 2008

GENTE FORMIDABLE II: María Espinosa de Los Monteros


María Espinosa de Los Monteros y Díaz de Santiago , empresaria pionera y feminista ejemplar, nació en Estepona en 1875, aunque poco después se mudó con su familia a Madrid.

Empresaria precoz, ya con 22 años era Directora General y Presidenta de la casa Yost de máquinas de escribir, filial española de la Yost Writing Machine Company, una de las más importantes compañías de dicho sector en aquella época.

A los 43 años, en Octubre de 1918 y en su propio domicilio en la c/Barquillo 4 en Madrid, funda uno de los más importantes órganos feministas de España, la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME).

María Espinosa presidió dicha Asociación hasta 1924, y redactó personalmente el Programa de Puntos de la misma, dirigidos a mejorar la condición de la mujer y abogar por sus derechos civiles y políticos, primero de su clase en el mundo.

La ANME contribuyó a la formación del Consejo Feminista de España, el cual también presidió María en sus primeros años, editó la revista Mundo Femenino y en su seno nació La Juventud Universitaria Femenina, en 1919. Nunca contó con el apoyo de partidos políticos ni jerarquías eclesiásticas, se mantuvo siempre con las aportaciones de sus miembros y nunca tuvo local propio, celebrándose sus reuniones en los domiclios de sus dirigentes. Fueron miembros célebres de ANME , entre otros, Clara Campoamor, Victoria Kent y María de Maeztu.

Divorciada tempranamente , cuando sus dos hijos Antonio y Alvaro ingresaron en la Academia de Artilleros de Segovia, se mudó a dicha ciudad por unos años, regresando posteriormente a Madrid, aunque mantuvo la casa de Segovia hasta su muerte, la cual sigue hoy en día en la familia.

Enferma del pulmón, se retiró a Alicante sus últimos años, ciudad en la que murió y fue enterrada.

En 1978 se creó el Premio María Espinosa para galardonar aportaciones de mujeres, el cual se derogó en 1984.

María Espinosa tiene calle en Estepona, cuyo Ayuntamiento ha editado una biografía sobre ella recientemente.

Y, last but not least, esta extraordinaria y aguerrida mujer fue mi bisabuela.



martes, 4 de marzo de 2008

CAÍDA DE LA LUZ


Águilas bajo un cielo de mármol.

Bendecido por la lluvia, paseaba las calles de una ciudad.

Y recordaba: Los ojos de los niños no tienen piedad.
Ellos, con dulces manos, levantan las eternas horcas del juicio.

Así habla la niebla blanca que habita en la frente,
la que empuja desde el silencio sin voz,
asesino inocente, trazador de los pasos que no se recuerdan.

Al alba ví venir la voz hacia mí, y cómo dejaba sellado en el cielo un nombre de piedra.

Y dormí en silencio bajo las oscuras águilas en la llanura en sombra,
guardado por el tigre.
En el sueño, en el pozo azul del espacio, ví alzarse
el inmenso y atroz rostro del hombre, desfigurado en una mueca de odio, y de sus dientes sangraban manos y estrellas.

Por eso no hallé refugio en el bosque, ni en el mar, para escapar de su rostro.

Pero en la catedral, negra y maldita, pude descansar.
Y cánticos de voces como los días tejían en el aire nuestras figuras.

Águilas bajo un cielo de mármol.

Los dioses, desde antes de la primera noche,
reposan en firmes lechos de piedra en lo alto de nuestro cielo,
y ven nuestro paso silenciosos y displicentes.

Sus ojos matan, y arden en la luz blanca,
y nos incitan a darles muerte en lo oscuro,
allí donde el grito no llega a romper.

Y así, los días de mucho dolor,
cuando soy desgajado hasta el hueso,
puedo ver la fina y tupida telaraña
que ata la forma de mis miembros a mi destino.

Y esto he aprendido:
En el rostro desfigurado del hombre, la luz se desdice de la luz.
La inteligencia es escándalo para sí misma,
y se despedaza eternamente en una guerra sin victoria ni derrota.
Dios contra dios.

Sin duda, he de hacer otros cielos y otra tierra antes de poder verme los ojos.

Por eso, bendecido por la lluvia, yo, con rostro desfigurado de hombre, paseo las calles de una ciudad, buscando a tientas letras entre los días.

Y mi deseo llama en el desierto, mientras aprieto con fervor un calendario circular.




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